Cuando realizamos cualquier régimen alimenticio nos privamos de ciertos hábitos o “placeres” que comúnmente tenemos, como comer grasas o azúcares y una serie de comidas que contienen altos elementos químicos. La realidad es que, aunque la sensación de “placer” se siente en un primer momento gracias a nuestro sistema digestivo, nuestras emociones tienen un gran impacto en lo que consumimos.
David Robson, autor del libro The Expectation Effect: How Your Mindset Can Transform Your Life, expone que hay maneras de cambiar nuestra mentalidad alimentaria. Básicamente, la manera en la que pensamos sobre lo que comemos, puede moldear nuestro apetito a través de múltiples vías psicológicas y fisiológicas. Es justo allí donde se debe aprovechar el “efecto de la expectativa”.
¿En qué consiste la expectativa?
El sistema digestivo funciona con señales químicas, el apetito es ése elemento que nos dice cuánta hambre tenemos, con un estiramiento de los músculos y sensores que detectan la presencia de nutrientes. Pero la información también viene de nuestra mente, por ejemplo de los recuerdos, como una deliciosa pizza que comimos el fin de semana. Eso exactamente hace que nuestro cerebro le dé sentido a las señales del sistema digestivo, allí es cuando entran las expectativas.
Para que lo entiendas mejor, vamos a citar un experimento publicado en el Journal of Consumer Research: los participantes recibieron una barra de proteína. A la mitad de la muestra les dieron una barra con un etiquetado que decía que era saludable con altos niveles de proteína, vitaminas y fibra. A los otros, la etiqueta decía que tenía sabor a chocolate y frambuesa. La clave estuvo en ese etiquetado: la gente que comió la primera barra saludable quedó “menos satisfecha”, algunos reportaron haber quedado con hambre y con ganas de más. En realidad la barra era la misma con diferentes etiquetas.
El experimentó evidenció que las personas se mostraron insatisfechas con la “barra saludable”, porque asociaron que estaría menos deliciosa. Por el contrario, los que comieron la barra de sabores no reportaron tener más hambre. Estas pequeñas diferencias en la presentación, como las etiquetas de los alimentos, pueden influir en esas expectativas.
El efecto del placer
Nuestras actitudes influyen en la rapidez con la que los alimentos se mueven a través del sistema digestivo, inclusive el cerebro puede hacer que la absorción de nutrientes sea más rápida. Al sentirse privado de lo que quieres, es posible que te sientas mal o insatisfecho con tu dieta actual.
Por eso, en la Universidad Anáhuac desarrollamos un Doctorado en Ciencias de la Nutrición con el objetivo de formar investigadores y profesionales que entiendan la dinámica del cuerpo desde lo molecular hasta lo psicológico y social para transformar visiones y aplicar estrategias terapéuticas.
¡Te esperamos en la Universidad Anáhuac México!
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